Zoon Politikon
- Influencia Digital
- 23 oct 2020
- 4 Min. de lectura
Amadeo Bustos San Martín
La participación ciudadana en cualquier aspecto que implique que las polis (ciudades) se organicen, estructuren, ordenen, o apliquen leyes, juzguen, sancionen y castiguen si es el caso, como un grupo formalmente integrado entorno a un espacio geográfico determinado y diferente de aquellos quienes no forman parte de la misma; Es Política.
En consecuencia, todos quienes pertenecen a una polis (villa, caserío, ranchería, ciudad, región, Nación, empresa, grupo social, etc.) están inmersos en la política de alguna u otra forma.
De esta manera todos los ciudadanos –quienes forman una ciudad o polis-, son animales políticos -como decía Aristóteles, "zoon politkón"-, es decir que aceptan ciertas condiciones y se adaptan en las polis.
Bien sea como un ciudadano, que no está inmerso en el quehacer o tarea de gobernar, pero que se adapta y acepta las reglas comunitarias donde vive y emitida por quienes gobiernan.
Bien sea como aquellos que, como un maestro, doctor, licenciado o ingeniero, ejecutan un quehacer o tarea como gobernantes, haciendo de éste un oficio o profesión, al margen de sus títulos educativos.
Quienes no están inmersos directamente en el quehacer político, viven y se desarrollan en los escenarios que se reflejan en su comunidad, dependiendo de sus actividades económicas -oficios y/o profesiones- y de esta manera, se presume que aceptan y se adaptan con lo establecido por la Polis, participando ocasionalmente en la tarea de gobernar por alguna de sus formas, estructuras u organizaciones.
Por otro lado, quienes se dedican al quehacer político los 365 días del año, aquellos que diariamente realizar su actividad como toda profesión actual y ésta les permite, tener un sustento de vida al estar inmersos todos los días, se presume que, participan en las necesidades, oportunidades y ventajas que otorga las polis, para organizarla, estructurarla, legislar, aplicar las leyes y sanciones que correspondan.
Derivado de lo anterior existen en las Polis, dos tipos de ciudadanos, por un lado, se encuentran quienes son gobernados y por el otro están quienes gobiernan.
Ambos mutuamente incluyentes en la participación ciudadana, pero mutuamente excluyentes en el quehacer.
Habría que diferenciar por ello, respecto de quienes tienen una aspiración por un momento de participar en las decisiones de la Polis, respecto de quienes tienen un oficio en el quehacer de las mismas.
Una aspiración por un momento de participar en las decisiones de las Polis -por valida que esta sea-, por lo general es resultado de la emoción del momento, al calor de las circunstancias del tiempo que se vive. Así se han gestado las revoluciones en lo largo de la Historia de la Humanidad. Muchas de ellas con buenas grandes intensiones que al final van a terminar en formas de hacer política alejadas de los principios que las parieron.
Un ciudadano dedicado al quehacer de las Polis, como forma de vida, como oficio, como profesión, por lo general es resultado de una convicción, una decisión de participar permanentemente cambiando las circunstancias que marcan a una Polis. Así se han gestado en lo largo de la Historia de la Humanidad, las evoluciones más importantes en las Naciones del mundo. Derivado de esta convicción se plantean escenarios ordenados, de planeación a corto, mediano y largo plazo, que permiten una continuidad, estabilidad, crecimiento y desarrollo en todos los aspectos de la Polis.
Si estuvieras enfermo. ¿Con quién te atenderías? ¿Con el pasante o con el titulado de medicina? ¿Con el médico tradicional o con el médico científico? ¿Asistirías a un médico o te automedicarías?
Si bien el titulo no hace al mono - existiendo títulos sin monos y monos con títulos- hay casos en los cuales -para la situación que nos ocupa respecto de las polis- que se hace necesario tener algo más que una válida aspiración para formar parte de la toma de decisiones en la Polis y que va de la mano con la experiencia, capital y habilidades.
La experiencia en quien aspira hacer de la política un oficio para gobernar implica no solamente que de manera individual se tenga ésta, también en quienes conforman su estructura, su equipo. Es decir que quien aspire sin importar su edad, haya sido partícipe directo en momentos de decisión dentro de la Polis y con ello conformado un equipo, un cuadro que asegure la experiencia suficiente para que las metas sean cumplidas.
Necesita un gran capital humano, intelectual, tecnológico, económico, social y material, para hacer un frente contra de las problemáticas existentes en las Polis. Aspecto que no puede lograr sin la habilidad de integrar alianzas, amalgamar ideas, corrientes, establecer convenios, integrar el potencial que contiene la Polis y sus ciudadanos para el bien común en la tarea de gobernar.
Al final la política como arte de gobernar, tiene su base en la decisión y la voluntad.
La Decisión de quien, por voluntad propia, permite ser gobernado. Que se presenta cuando un ciudadano de la polis, ejerce su derecho al voto y elige quien lo gobierne.
Y la Decisión de quien, por voluntad propia, decide gobernar. Que se presenta cuando un ciudadano de la polis, ejerce su derecho a ser elegido entre sus iguales para gobernarlos.
En consecuencia; la Política el ciudadano la vive en el día a día, bien sea como gobernado o como gobernante.
La Democracia o “el gobierno de la mayoría del pueblo”, es un sofismo que se limita al momento de la acción de un sufragio realizada por el ciudadano de la polis.
Posterior a este acto existe nula o poca participación de los individuos en las decisiones del gobierno que no sean comités de participación ciudadana simulada, sin toma de decisión real y sin posibilidad de incidir en la acción del gobernante, prevaleciendo la sensación de una oligarquía tendiente a hacia la tiranía.
Hacer efectiva la participación del ciudadano en todas las decisiones de gobierno es sin duda la tarea más importante, para que el ideal de una República Democrática como tal, se consolide.
Se adolece en algunos casos, de este noble ideal del gobierno del pueblo, en quienes hoy tienen la tarea de gobernar, creyendo que, por ostentar un cargo público, pueden decidir el destino de la mayoría amparados bajo la sombra de un poder otorgado temporalmente, por quienes se han permitido ser gobernados.
O como lo estableció Platón en su filosofía: “La política es el arte de gobernar -a los hombres con su consentimiento. El político es quien conoce ese difícil arte. El arte de gobernar por la fuerza no es política, es tiranía”

Amadeo Bustos San Martín
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