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29 DE SEPTIEMBRE: LA PRIMERA OFRENDA EN TEMPOAL, DONDE LA VIDA ES PARA SIEMPRE…

  • Foto del escritor: Alekcy Benítez Ahumada
    Alekcy Benítez Ahumada
  • 29 sept 2021
  • 2 Min. de lectura

Por Alekcy Benítez Ahumada


Particularmente en Tempoal, esta es una celebración que se vive de manera suigéneris; la hemos hecho mestiza igual que nuestra raza. En ella mezclamos símbolos de la religión católica que es la más practicada en esta región desde la conquista española, con elementos de la visión del mundo de nuestros antepasados huastecos y con factores de influencia náhuatl que se vinculan con nuestra identidad de mexicanos a través del cultivo del maíz, el alimento principal de nuestros antepasados.


En la primera ofrenda entonces, hacemos coincidir la celebración católica de los arcángeles, la apertura de puertas del mundo de los muertos de los huastecos y el inicio del ciclo de la cosecha, particularmente del maíz, en el mundo agrícola de los aztecas.


Y aunque algunos se empeñan en separar estas celebraciones y poner en duda que es el inicio del camino hacia la llegada de las almas de los fieles difuntos el 31 de octubre y el 1 y 2 de noviembre, en que hacemos la gran fiesta; a mi me gusta pensar que no es una casualidad que estas simbólicas celebraciones, confluyan un mismo día, y aunque coincido en que no se trate de lo mismo, estoy segura que responden a acontecimientos todos vinculados al ciclo natural de nacimiento, desarrollo, muerte y renacimiento con que repetidamente se renueva la vida en la tierra.


Nuestra singular primera ofrenda tiene un elemento particular y distintivo, la llamada quema del chichapal, olla o recipiente donde serán cocinados los platillos que se ofrendarán a nuestros fieles difuntos los días grandes y que es preparada en esta fecha para ser utilizada con toda precisión y eficiencia a fines de octubre y principios de noviembre; en ella se prepararán los tamales y los guisos que adornarán los altares y llamarán a las almas de nuestros antepasados a compartir con nosotros los productos que la generosa madre tierra nos regala. La quema del chcichapal es el elemento que enlaza la celebración de la primera ofrenda con la tradición de días de muertos en nuestro municipio. Si bien ofrendamos y agradecemos a la madre tierra por el maíz del que “todos estamos hechos” según la cosmovisión de nuestros antepasados y seleccionamos las mejores mazorcas para su culto en el fin y principio de su ciclo anual, los huastecos de Tempoal también nos preparamos para recibir a los fieles difuntos y celebrar nuestro indiscutible mestizaje.


Con estas acciones invocamos la apertura de las puertas del cielo y agradecemos a la tierra por su generosa cosecha; y con ello significamos que nuestra cultura y nuestra identidad huasteca con todo su sincretismo, tienen garantizada su supervivencia y acentuamos que lleva en el corazón, el mismo color del mestizaje de nuestra piel.


En Tempoal, en la bien llamada “Cuna de las Tradiciones”, aprovechamos la apertura del cielo para las almas católicas que de allá vengan, abrimos las puertas del mundo de los muertos para los que elijan llegar desde ahí y agradecemos con música y flores a la tierra por sus generosas primicias, las que alimentan y posibilitan la constante renovación; “para que la vida –al estilo del poeta chiapaneco Jaime Sabines– no tu, ni yo: la vida… sea para siempre”.





 
 
 

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