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LA CRISIS DE LA LECTO-ESCRITURA ES LA ESCUELA EN CRISIS

  • Foto del escritor: Influencia Digital
    Influencia Digital
  • 25 ago 2020
  • 4 Min. de lectura

Alekcy Benítez Ahumada


Dando seguimiento a la importante reflexión del Profr. Gudelio en su artículo de esta semana en ID y cuyo eje central es una puntual argumentación sobre cómo los jóvenes de hoy y principalmente, con los que él se vincula en el bachillerato, se alejan cada día más de la lecto-escritura privilegiando para su aprendizaje las fuentes visuales y el mundo digital; ha despertado en mi la necesidad de compartirles una idea que he desarrollado a partir de mi experiencia en el sector educativo.


Concluí mis estudios profesionales en Ciencias de la Comunicación allá por el año de 1987 y luego de una breve incursión en medios masivos, inicié una carrera, que a la postre sería larga y definitiva en el sector educativo en 1991, de entonces a la fecha, los cambios han sido vertiginosos, han sido avasalladores, si de pronto los de la generación “Z”, nos preguntan a los de la generación “X”, ¿cómo nos comunicábamos en la escuela?, les tendríamos que contestar que no existían los celulares y llamar a los de la generación “Y” para que les expliquen un poco y rápidamente, cómo funcionaban las videocaseteras para ver películas VHS o Beta; las sorpresas serían mayúsculas para todos.


Entre mi generación y la de los Centennials tan distintas ya, solo median los Millennians con su mala fama de inestables y frívolos, pero su muy reconocida por mi, capacidad de conectar dos mundos que parecieran totalmente distintos. Ahondaré un poco en la clasificación que, a últimas fechas y con base en la tecnología y el trabajo se ha hecho de las generaciones:


  • Baby Boomers (nacidos entre 1945 y 1964)

  • Generación “X” (nacidos entre 1965 y 1981)

  • Generación “Y” o Millenials (nacidos entre 1982 y 1994)

  • Generación “Z” o Centennials (nacidos a partir de 1995 a la fecha)


Lo anterior, solo para reflexionar de qué manera los avances científicos, las tecnologías de la información y sobre todo la revolución digital, condicionan hoy en día y en forma definitiva el perfil de las generaciones y determinan sus relaciones laborales, y yo agregaría, sus relaciones de toda índole.


Esta delimitación de las generaciones, también ayuda a la que busca ser, la premisa de este análisis. Me tocó vivir y presenciar la manera en que el modelo educativo tradicional y escolarizado que hasta nuestros días prevalece, empezó a finales del siglo pasado y los albores de éste, a presentar síntomas de agotamiento. Reformas Educativas han ido y venido tratando de dirigir el conocimiento de los niños y jóvenes hacia objetivos de Estado y también hacia la intención de motivar a los estudiantes a desarrollarse a través del conocimiento académico.


Mientras esto sucedía con el diseño y aplicación de los modelos en mención y la capacitación de los profesores hacia la profesionalización estratégica de la labor docente en el mismo sentido; en otro frente, los medios masivos de comunicación y el acelerado desarrollo de las tecnologías de la información parecían remar en sentido contrario, sus formatos sin tiempo ni espacio, su inmediatez, su ligereza, sus contenidos desordenados, llamativos, sin censura; las hacen mucho más atractivas.


Lo anterior con frecuencia hacía que me preguntara, ¿qué hacer para que la educación formal escolarizada, recupere su liderazgo o siquiera compita en esta carrera por el conocimiento y adiestramiento? ¿cómo evitar que las formas y medios alternos ocuparan el sitio de la escuela como transmisora de conocimientos y formadora de hábitos y culturas?


No necesito decir explícitamente quiénes, desde mi punto de vista, han llevado la delantera en esta carrera. El magisterio tradicional vive una crisis desde hace varios años, y aunque podemos argumentar diversas razones como las que esbozaba la “mal llamada reforma educativa” responsabilizando a los profesores, para mi una importante razón se encuentra en esa competencia desleal que la educación formal tiene, con los medios informales de transmisión de conocimientos.


Elemento adicional a tomar en cuenta también, son las brechas generacionales que hoy por hoy son más profundas, y lo digo coyunturalmente en estos días donde uno que otro profe de generación “X” o hasta “Baby boomers”, le imparte clases a los niños y jóvenes de la generación “Z”, la transición resulta así, definitivamente brusca, y lo digo con conocimiento de causa, ya que he visto a esforzados profesores preparar su clase, ser escrupulosos en su planeación docente, reunir todos los elementos requeridos para impartir sus clases tradicionalistas o constructivistas, funcionalistas o estructuralistas, etc… y ser al mismo tiempo, incapaces de comunicarse con sus estudiantes, ya que hablan idiomas completamente diferentes.


Y es que los niños y jóvenes de hoy, ya no piensan como nosotros, ya no aprenden como nosotros, ya no sueñan como nosotros, ya no planean su futuro como nosotros y como base: no leen, ni escriben como nosotros.


Seguro algunos de los que lean lo que estoy diciendo, recordarán que cuando íbamos a la secundaria a los varones se les pedía se cortaran el cabello en “casquillo corto”, pues la sorpresa es que hoy en la secundaria y hasta el bachillerato públicos, lo siguen exigiendo, aunque casi nadie respete la regla. En un mundo que ahora promueve la equidad de género, que se ha vuelto “feminista”, que exige separar el género del sexo, que habla de democracia y libertad de expresión, resulta totalmente incomprensible, incongruente e inoperante que en las escuelas a los jóvenes, se les exija que se corten el cabello; y como éste hay muchos ejemplos en las instituciones educativas.


Lo que digo no pretende hacer ver normal que ya no se lea como antes, que por lo tanto no se piense como antes, ni se interaccione como antes; lo que pretende es hacernos reflexionar que los cambios y sus consecuencias son irreversibles y que habrá que buscar las formas adecuadas para, con los medios de hoy, estimular el pensamiento crítico y creador, guiar el conocimiento y lograr la adaptación.


Y en este tema, más que suficiente y justificable para otra intervención, tienen mucho que ver los contenidos y la ética y responsabilidad de los que los hacen.



 Alekcy Benítez Ahumada










 
 
 

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