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DE MAÍCES NATIVOS A VARIEDADES MEJORADAS: IMPLICACIONES EN CONTEXTO DE POBREZA Y CAMBIO CLIMÁTICO

  • Foto del escritor: Influencia Digital
    Influencia Digital
  • 28 jul 2020
  • 2 Min. de lectura


De los maíces nativos a las variedades mejoradas:

Implicaciones ante un contexto de pobreza y cambio climático


El maíz es la base de la alimentación de los mexicanos, asimismo, éste representa parte de su identidad y su historia. Su cultivo se remonta más allá de los 8,000 años a. c. y tuvo un papel fundamental en la seguridad alimentaria necesaria para el desarrollo de las sociedades prehispánicas emergidas tanto en Mesoamérica y Aridoamérica, en el territorio que actualmente ocupa México. Se han identificado 57 razas de maíz nativo en México, dato que expresa la existencia de una gran diversidad genética producto del trabajo de domesticación milenaria de los agricultores a lo largo de nuestro territorio nacional.


Dicha diversidad está actualmente en peligro, producto del abandono de la agricultura como un sector estratégico del desarrollo por parte del Estado mexicano, particularmente en el periodo neoliberal, hecho que condujo a un proceso de empobrecimiento de los productores, quienes actualmente se enfrentan a un mercado de granos competitivo cuyos actores determinan las características del grano de maíz que debe cultivarse. En otras palabras, son los demandantes quienes definen que tipo de maíz se siembra y para qué, una expresión de la supremacía de intereses externos sobre los intereses locales.


El proceso de sustitución de razas nativas de maíz por variedades mejoradas ha traído consigo cambios radicales en las prácticas de cultivo como la presencia del maíz como único cultivo y el uso de agroquímicos con fines de fertilización y control de plagas, enfermedades y malezas. Las consecuencias a largo plazo son notorias: una mayor presencia de plagas, pérdida de la fertilidad natural del suelo, pérdida de la agrobiodiversidad asociada al cultivo, ingresos dependientes de un mercado de granos fluctuante donde siempre, el intermediario gana y el productor pierde. Otros efectos adversos identificados son: simplificación de la dieta del agricultor y su familia, el abandono de prácticas colectivas del trabajo y la adquisición forzada de los granos para los ciclos productivos subsecuentes.


A esta problemática compleja debe adicionarse otra condición, el cambio climático, el cual ha exacerbado los efectos de fenómenos periódicos como El Niño, lo cual se expresa en el aumento del periodo de estiaje, un mayor número e intensidad de eventos de surada, huracanes y sequías de moderadas a intensas. Ante tal situación, es importante revalorar la riqueza fitogenética que aún existe en nuestro territorio, en particular, reconocer a nuestras razas de maíz nativas como un patrimonio biocultural, exigir el diseño y la operacionalización de estrategias gubernamentales para su conservación, evitando su biopiratería y la pérdida del conocimiento tradicional asociado a ellas.




Lorena Casanova Pérez

Doctora en Ciencias en Agroecosistemas Tropicales

Miembro del Sistema Nacional de Investigadores-CONACyT

 
 
 

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