ANARQUISMO, ¿LUCHA, BLUFF O ERROR?
- Influencia Digital
- 27 jul 2020
- 6 Min. de lectura
Logramos ser una sociedad interconectada e informada casi en tiempo real, en redes sociales logramos obtener de primera mano y en el momento que surge la noticia, esto también nos abre las puertas a un gran número de opiniones de todo tipo, posturas políticas, ideales, banderas y luchas, ha logrado encabezados en todos los medios de comunicación que están al alcance de todos nosotros pero también estos mismos medios de comunicación han sido un medio de organización de grupos y de organizaciones que llegan buscando reflectores para alzar la voz por alguna causa.
Pero qué opinión tenemos al respecto de las nuevas formas de manifestarse. De algunos años para acá seguramente hemos notado el incremento en la violencia de las manifestaciones, ya sean causadas por integrantes de la manifestación central o agentes externos a ésta, seguramente conocemos también diversas opiniones sobre lo que se piensa de esos grupos antagónicos que de manera violenta se manifiestan dañando patrimonio tanto privado como público y seguramente también entendemos que a dicho sector suele ser catalogado como el famoso grupo de anarquistas.
Lejos de entrar en debates en temas que giran alrededor de las verdaderas o de las ocultas intenciones de dichos grupos anarquistas, ya sean las de confrontar diversas posturas políticas o las de desmantelar marchas pacíficas o desvirtuar la opinión pública generando ideas contrarias a las de la intención de la protesta, lo cierto es que existen el movimiento de anarquismo en el mundo y en México no hemos sido ajenos de dicho fenómeno.
A estos grupos se les identifica como células de anarquismo insurreccionalista, dicho término se comenzó a usar en la década de los 90 y que podemos fraccionar en dos ideas centrales, la primera es la del anarquismo que es una doctrina política que pretende desaparecer la figura del Estado como tal y de sus organismos institucionales, porque los entienden como un ente de organismos represivos a la voluntad individual y que pugnan por las libertades del individuo por encima de cualquier coto de autoridad, es decir es un movimiento político que interpreta al estado como una autoridad represiva de las libertades de las personas y por lo tanto debe de ser erradicado para que el individuo logre un estado de libertad plena.
Por otro lado, tenemos el término de “insurreccionalismo”, que no es más que la sublevación de un colectivo contra la autoridad, entonces tenemos que al catalogar a un grupo como anarquista insurreccionalista prácticamente tenemos en frente un movimiento que pretenden deshacerse permanentemente de la figura del Estado y para lograr dicho fin se organizan en colectivos para sublevarse a la autoridad.
Pero ¿cómo surgen estos grupos anarquistas? El precedente histórico que nos indica cómo empieza a fraguarse este movimiento es la aparición del bloque negro surgido en la República federal de Alemania en contra de un despliegue policial que pretendía desmantelar con violencia un plantón anti nuclear en el año de 1980. Frente a estos hechos ocurridos y tras la insistente represión por parte de las fuerzas policíacas grupos sociales decidieron vestirse de negro y cubrirse el rostro para evitar ser identificados por la policía y saliendo a la calle aquel viernes negro de diciembre del año 1980 a destruir como protesta un área comercial en la ciudad de Berlín.
La táctica de lucha de este bloque negro es integrar a grupos de entre 5 y 20 personas con afinidad en los temas y coordinarse con otros núcleos para realizar acciones de mayor envergadura generalmente al encontrar un movimiento social pon una protesta en contra del Estado.
Pero Berlín tan solo fue la punta de lanza, después de esto se suscitaron una serie de protestas violentas en Washington frente al Pentágono en 1989, también durante la cumbre de la Organización Mundial de Comercio en 1999, en Génova con motivo de la reunión del G 8 en el 2001 cuando un conglomerado numeroso dañó bancos tiendas y propiedad privada, así también durante la cumbre de las Américas en Quebec, durante la primavera árabe, durante las protestas griegas e italianas en contra de políticas de austeridad y en México durante la toma de posesión el presidente Enrique Peña Nieto.
Según el autor Carlos Illades, en México el anarquismo insurreccionalista se ha extendido en el último cuarto de siglo con mayor notoriedad, pero las veces con qué más fuerza se han presentado grupos anarquistas en protestas han sido las manifestaciones que a partir del 2019 se han realizado entorno a la protesta contra la violencia de género y en el sexenio del presidente Enrique Peña a raíz de los hechos sucedidos en “la noche de iguala”.
Cada año se presentan hechos de violencia por parte de grupos anárquicos, pero el carácter agresivo de las protestas de estos grupos no solamente se caracteriza por ser de naturaleza eventual y sin organización, son organizaciones que con la ayuda y beneficio de las tecnologías de comunicación global han podido sincronizar, dar sentido y fundamento filosófico a sus protestas.
Organizaciones anarquistas de talla internacional como la “federación anarquista informal”, formada en diciembre del 2003 en Italia o la conformación en el 2008 de la organización llamada “conspiración de células del fuego” en Grecia, plantean la necesidad de adoptar posturas más violentas y radicales con el objetivo de acabar con la civilización del dominio, son ejemplos de la radicalización de este fenómeno.
Básicamente lo que pretenden es neutralizar el sistema de a poco para poder vencer un orden que genera y reproduce la esclavitud social y mental y que para esto se requiere de la insurrección permanente del individuo y comunidades, pero una insurrección abrupta y de manera violenta para poder transgredir la manera de vivir moderna de la sociedad. Pretenden lograr a través de los ataques y de la violencia el miedo de los poderosos para que con este inquietante sentimiento de persecución tarde o temprano se logre un estallido social que rompa de facto el sistema esclavista al cual se tiene sometida a la sociedad.
En el caso de México es importante señalar que huelga estudiantil de 1999 de la Universidad Nacional Autónoma de México representó la punta de lanza de los movimientos anarquistas y las luchas sociales, al par de estas tenemos también al movimiento “auto gestión oaxaqueño” del 2006, esto y las consecuencias del endurecimiento estatal, el recurrente asesinato de líderes sociales y la indiferencia ante los reclamos populares, lograron dar como resultado un excelente caldo de cultivo para la formación de nuevos núcleos anarquistas que para la primera década del nuevo milenio ya poseían una gran ramificación de sus núcleos multiplicando sus ataques en contra del capital, porque para los grupos anarquistas no solamente el poder político es el principal esclavizador de la sociedad, también lo es el poder económico, como evidencia de esto sus ataques van dirigidos a centros de comercio, a instituciones bancarias, a organismos de Gobierno, a la Iglesia y en general todo lo que represente un yugo para la libertad individual.
En el caso mexicano, los movimientos anarquistas, aunque suelen llamarse la nueva guerrilla urbana, tiene poco que ver en la realidad con lo que las guerrillas modernas usan como tácticas y que en México aún se pueden ver activas. No se organizan como Ejército, más bien logran una organización de manera horizontal con sus grupos de afinidad para con esto evitar ser detectados con mayor rapidez por parte del Gobierno, dado que al no tener cabezas ni liderazgos puedes multiplicar su capacidad de acción.
Por último, concluyo resaltando que, si bien es cierto, el movimiento anarquista y todos los movimientos de protesta contra el estado refleja una válvula de escape mediante la cual se logra alzar la voz para exigir lo que a la colectividad convenga, también es cierto que es necesario lograr un equilibrio entre los derechos y las libertades que exige la convivencia en sociedad, para poder tener la seguridad de no caer en un estado de caos en dónde podamos perder más que lo que se puede ganar, es decir; si lo que se pretende es romper con el sistema para lograr un estado máximo de libertad individual ¿qué garantía se tiene entonces de no llegar a que la solución del problema se vuelva un problema?
Que el remedio sea peor que la enfermedad, puede ser muy costoso, que la ruptura del sistema nos lleve a la decadencia y eventual retorno social al estado de naturaleza en dónde las garantías esenciales, los derechos fundamentales básicos para el sano desarrollo del individuo se vean afectadas por la falta de control de la sociedad o por la falta de un ente capaz de regular las acciones de los individuos y así evitar que cada quien haga lo que le plazca sin importar qué dañe derechos de los demás es un riesgo latente, aunque también lo es el lidiar con el poder descontrolado y desmedido del estado, el sano equilibrio es la opción. ¡Exijámoslo!
Roberto C. Romero Zavala
–Licenciado en Derecho
–Maestro en Ciencias Políticas y Administración Pública

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